¡Tú también, bestia!
Un artículo auspiciado por los Illuminati de Baviera y la Asociación Argentina de Estadística
¡Cuando desate el paquete y manye que se ensartó!
E. S. Discépolo
El efecto del pentotal sódico que le habían dado para la extracción de las muelas del juicio se estaba agotando, y apenas podía tolerar el dolor. El hombre abrió la puerta y la chica de la farmacia —pelo negro, guardapolvo blanco— le entregó una bolsa de papel con su medicación. Le dio un billete de 10 dólares, y mientras esperaba el cambio notó el colgante con forma de un pez. Le preguntó qué era.
—Un signo que usaban los antiguos cristianos1.
El hombre de pronto vio en su mente los contornos odiosos de la ciudad imperial que se alzaba alrededor suyo como una prisión de hierro, y una frase le vino a la mente como si la hubiera dicho otro: El imperio nunca dejó de existir. Y entendió que vivía aún en los tiempos apostólicos, que no era 1974 en California sino cerca del año 70, y que la ilusión del tiempo transcurrido es una ilusión del demonio para que perdamos la esperanza. El emperador malvado que debía ser destruido. no era Nerón Claudio Cesar Augusto Germánico sino Richard Milhous Nixon.
La historia es real, el hombre es el escritor Philip K. Dick, que la documentó largamente2. Y uno puede reírse un poco de la historia, y también sufrir un poco por el sufrimiento de Dick, pero la paranoia y la creencia en teorías conspirativas no son solo suyas.
Claro que hay conspiraciones. Un grupo de anarquistas serbios conspiró para matar al Archiduque Franz Ferdinand en Sarajevo en 1914. Guy Fawkes conspiró con otros para volar el parlamento británico. Algunas conspiraciones fracasan, otras tienen éxito. Lo que distingue a la mera conspiración, que es un hecho histórico más, de las teorías conspirativas, que son actos de debilidad intelectual y paranoia, es que en el segundo caso los que creen en ellas también creen en un acto masivo de ocultamiento de la conspiración. No es, para ellos, el crimen lo más terrible, sino el acto de ocultarlo, que revela el inmenso poder y perfidia que suponen en los conspiradores.
Por ejemplo, siguiendo con el tiempo, en 1991 el historiador —de algún modo hay que llamarlo— Heribert Illig sostiene que los años entre el 614 y el 911 no existieron, y que toda la historia que tenemos de ellos es un mito creado por una conspiración entre el emperador Otón III, el papa Silvestre II y Constantino VII, emperador de Bizancio. O sea, no hubo Carlomagno, ni Mahoma, por ejemplo. No importan los motivos de los conspiradores, tan endebles como la pseudo-evidencia de Illig, pero lo mejor es que incluyó una meta-conspiración, mezclando en el quilombo al papa Gregorio XIII y su reforma del calendario en 1582.
En enero de 2017, Peter McIndoe salió a la calle a denunciar que, en realidad, los pájaros no existen3. Fueron exterminados por el gobierno de los Estados Unidos, y reemplazados por drones camuflados, cuyo propósito es vigilarnos mediante cámaras, y micrófonos. Su caca, que se adhiera a los vehículos, en realidad contiene dispositivos para rastrearlos.
Después de cinco años y bastante cobertura mediática, McIndoe dio una entrevista donde explicó que en realidad todo el movimiento era una broma, un experimento para ver cómo circulan las teorías conspirativas.
La estructura de todas las teorías conspirativas es mas o menos la misma:
1 Algo de lo que sabemos del mundo es falso.
2 Eso sucede porque alguien voluntariamente nos engaña.
3 Los sujetos que nos engañan son capaces de mantener un manto de oscuridad sobre la conspiración.
4 Eso implica que los conspiradores son poderosísimos.
5 Solo un grupo de elegidos —nosotros, los conspiranoicos— hemos detectado la conspiración y sabemos la verdad.
Y sería un tema para tratar exclusivamente en seminarios sobre salud mental si no fuera porque, como dicen Cass Sunstein y Adrian Vermeule4,
... las teorías de conspiración están a nuestro alrededor. En agosto de 2004, una encuesta realizada por Zogby International mostró que el 49 por ciento de los residentes de la ciudad de Nueva York, con un margen de error del 3.5 por ciento, creía que los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos 'sabían de antemano que se planeaban ataques para el 11 de septiembre de 2001 o alrededor de esa fecha, y que conscientemente no actuaron.'
En una encuesta de Scripps-Howard en 2006, con un margen de error del 4 por ciento, alrededor del 36 por ciento de los encuestados aceptaron la afirmación de que 'los funcionarios federales participaron en los ataques al World Trade Center o no tomaron ninguna acción para detenerlos. El dieciséis por ciento dijo que era muy probable o algo probable que 'el colapso de las Torres Gemelas en Nueva York fue ayudado por explosivos colocados secretamente en los dos edificios.'
Karl Popper propuso una teoría acerca de cómo y por qué se generan las teorías conspirativas, que para él está claramente ligada a lo que llama la 'tensión de la civilización', uno de los motivos del ascenso de los movimientos del integrismo utopista y autoritario5.
'La 'teoría conspirativa de la sociedad' es un resultado típico de la secularización de una superstición religiosa. La creencia en los dioses homéricos cuyas conspiraciones explican la historia de la Guerra de Troya ha desaparecido. Los dioses han sido abandonados. Pero su lugar lo ocupan hombres o grupos poderosos: siniestros grupos de presión cuya maldad es responsable de todos los males que sufrimos, como los Sabios de Sion, o los monopolistas, o los capitalistas, o los imperialistas.'
O sea que tenemos varios motivos para preocuparnos por la conspiranoia: por su difusión desmedida de teorías falsas, que interfieren en la salud del debate social, por su presencia múltiple, y por su tendencia a resignificar la superstición, y a considerar los procesos políticos como ocultos, en vez de públicos, y por lo tanto solo resolubles por la violencia vanguardista —de izquierda o derecha, si esos términos quisieran decir algo— en vez de a través del debate y la acción política.
Pero para mí hay algo adicional. Y es que convendría entender cómo se construyen las teorías conspiranoicas desde el punto de vista lógico, de qué están hechas, y por qué terminan encadenándose unas con otras. Alguien ve un fenómeno que no puede explicarse a sí mismo dado el conjunto de cosas que conoce. Por ejemplo, cree que su candidato es el mejor, y que la gente racional vota al mejor candidato, por lo tanto su candidato tendría que ganar. Pero pierde. En vez de revisar sus premisas (tal vez el candidato tiene defectos que él no ve, o los votantes son menos racionales de lo que él cree), lo que hace es agregar una hipótesis adicional que lo justifica (que le justifica) lo que pasó sin cambiar lo que creía. Por ejemplo: la elección ha sido robada por sus enemigos. Como no hay rastros del robo, necesita suponer que sus enemigos son muy poderosos. Pero tampoco puede identificar a esos enemigos, por lo tanto son enemigos secretos. Un poco es lo que hace Don Quijote cuando se despierta y ve que en vez de una princesa encantada y una batalla con gigantes en realidad lo que hay son unos cueros de vino perforados y una ventera común y corriente6:
—Levántese vuestra merced —dijo Sancho— y verá el buen recado que ha hecho y lo que tenemos que pagar, y verá a la reina convertida en una dama particular llamada Dorotea, con otros sucesos que, si cae en ellos, le han de admirar.
—No me maravillaría de nada de eso —replicó don Quijote—, porque, si bien te acuerdas, la otra vez que aquí estuvimos te dije yo que todo cuanto aquí sucedía eran cosas de encantamiento, y no sería mucho que ahora fuese lo mismo.
Tiene que ser un encantamiento, por lo tanto su enemigo tiene que ser un mago poderoso, por lo tanto existen los magos.
Y el problema con eso es que una vez que uno empieza a agregar hipótesis falsas pasan dos cosas, que son tal vez más graves que las conspiraciones imaginarias: en primer lugar, como son falsas, son inverificables (lo falso siempre es inverificable, si no no sería falso), con lo cual lo primero que uno tiene que abandonar es cualquier sistema de verificación empírica. Lo segundo es que las proposiciones falsas vuelven a cualquier sistema lógico inconsistente, y en un sistema lógico inconsistente toda proposición, falsa o verdadera, es demostrable. La racionalidad, que es una herramienta poderosa si se la usa dentro de ciertos límites, se vuelve el genio que sale de la lámpara y se vuelve su propio amo. Quizás nadie lo expresó con tanta claridad como un personaje de Ricardo Piglia7:
Lo primero que pensé, lo que comprendí de inmediato fue que Mein Kampf era una suerte de reverso perfecto o de apócrifa continuación del Discurso del Método. Era el discurso del método escrito no tanto (o no solo) por un loco y un megalómano (también Descartes era un poco loco y era megalómano) sino por un sujeto que utiliza la razón, sostiene su pensamiento y construye un férreo sistema de ideas sobre una hipótesis que es la inversión perfecta y lógica del punto de partida de René Descartes. Esto es, dijo Tardewski, la hipótesis de que la duda no existe, no debe existir… Es totalmente lógico, dijo, que cuando el filósofo se levanta de su sillón después de haberse convencido de que es el propietario exclusivo de la verdad más allá de toda duda, lo que hace es tomar uno de esos leños encendidos y dedicarse a incendiar con el fuego de su razón el mundo entero.
Hasta ahora vimos por qué las teorías conspirativas existen, por qué son peligrosas, y por qué se difunden. Pero no hemos dicho una palabra acerca de si son posibles o no. Y ese es el argumento que propone David Grimes8.
Existen ejemplos históricos de conspiraciones descubiertas y puede ser difícil para las personas diferenciar entre afirmaciones razonables y dudosas. En este trabajo, establecemos un modelo matemático simple para conspiraciones que involucran múltiples actores con el tiempo, el cual proporciona la probabilidad de fracaso para cualquier conspiración dada.
O sea, Grimes se pregunta: la probabilidad de que una conspiración secreta sea revelada por alguno de sus miembros depende de dos cosas: el número de personas involucradas y el tiempo transcurrido. Cuanta más gente, cuanto más tiempo, es más probable que alguien, por error, por arrepentimiento, por venganza, hable sobre la conspiración. Luego, a partir de datos de conspiraciones realmente existentes, estima los parámetros de ese modelo (usa tres ejemplos para el modelo: la conspiración para ocultar que la National Security Agency espiaba a civiles, revelada por Edward Snowden en 2013, los experimentos sobre sífilis hechos con afroamericanos en Tuskegee, y el ocultamiento por parte del FBI de que muchos de sus protocolos y pruebas forenses carecían de valor científico). Según el modelo, si el alunizaje del Apolo XI hubiera sido falso, tendríamos que habernos enterado en menos de 3 años. Si el cambio climático fuera un fraude, y los conspiradores fueran solo los científicos, lo tendríamos que haber descubierto en 27 años, pero si incluyera también a los organismos reguladores, en 4. Si las vacunas fueran una conspiración, tendríamos que haberlo sabido en 35 años (si incluimos como conspiradores solo a la Organización Mundial de la Salud y al Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos) o en solo 3 (si también son parte de la conspiración las compañías farmacéuticas). Como en ninguno de esos casos tenemos evidencia habiendo pasado bastante más tiempo, la probabilidad de que sean ciertas es bastante cercana a cero. Un verdadero conspiranoico diría, claro, que el modelo de Grimes fue construido por una conspiración masiva para ocultar que existen conspiraciones masivas.
No, los cristianos no usaron siempre la cruz para identificarse. Como decía Lenny Bruce, es como si Cristo hubiera muerto hace poco y sus seguidores llevaran sillitas eléctricas colgadas de una cadenita. Los primeros cristianos usaban un pez, porque la palabra para pez, que en griego es ICHTHYS, es un acrónimo de Iēsous CHristos THeou Yios Sōtēr (Jesus Cristo, Hijo de Dios, Salvador)
Aparece contada, por ejemplo, en su Cosmogony and Cosmology, incluida en The Shifting Realities of P. K. Dick, de Lawrence Sutin y en Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, de Emmanuel Carrere.
Cass R. Sunstein & Adrian Vermeule, Conspiracy Theories (John M. Olin Program in Law and Economics Working Paper No. 387, 2008). "... conspiracy theories are all around us. In August 2004, a poll by Zogby International showed that 49 percent of New York City residents, with a margin of error of 3.5 percent, believed that officials of the U.S. government “knew in advance that attacks were planned on or around September 11, 2001, and that they consciously failed to act.”
In a Scripps-Howard Poll in 2006, with an error margin of 4 percent, some 36 percent of respondents assented to the claim that “federal officials either participated in the attacks on the World Trade Center or took no action to stop them.”
Sixteen percent said that it was either very likely or somewhat likely that “the collapse of the twin towers in New York was aided by explosives secretly planted in the twobuildings."
Popper, K.R. The Open society and its enemies. “The 'conspiracy theory of society' is a typical result of a secularization of a religious superstition. The belief in the Homeric gods whose conspiracies explain the history of the Trojan War is gone. The gods are abandoned. But their place is filled by powerful men or groups - sinister pressure groups whose wickedness is responsible for all the evils we suffer from - such as the Learned Elders of Zion, or the monopolists, or the capitalists, or the imperialists.”
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de La Mancha, Primera Parte, Capitulo XXXVII
Ricardo Piglia, Respiración Artificial
Grimes DR (2016) On the Viability of Conspiratorial Beliefs. PLOS ONE 11(1): e0147905. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0147905 “historical examples of exposed conspiracies do exist and it may be difficult for people to differentiate between reasonable and dubious assertions. In this work, we establish a simple mathematical model for conspiracies involving multiple actors with time, which yields failure probability for any given conspiracy. ”
Todo muy bien pero lo del área 51 no lo vas a negar... 😛